Primero limpiamos el basamento que estaba lleno de porquería de la alcantarilla. Ola, Ben y yo comenzamos a decorar el espacio con, bueno, digamos que con la basura que encontramos por ahí cerca.
Montamos un mini escenario con baterías, pusimos algunos instrumentos alrededor y nos apañamos para conseguir un amplificador, mezclador y algunos proyectores.
Así que nos sentamos los tres, sin saber qué esperar, con el bajón después de todo el estrés de la preparación tras una agitada semana de trabajo.
No sé cómo ni de dónde vinieron, pero a eso de las 10 el espacio estaba lleno de gente que no había visto nunca antes.
Empezamos a tocar algo de música, tocada con una cámara que era sensible a la luz, en la pantalla aparecían portales temporales y otras impresionantes visuales. La interacción fue emergiendo lentamente. Había algunos cantantes y guitarristas… las islas fueron creciendo lentamente hasta formar una península.
El lugar empezó a llenarse, la gente bailaba y jugaba, pintando en la pared y en las caras de los demás; había pequeños rollos de papel de tickets por todas partes así que la gente empezó a enrollarse en ellos. La lista de compras crecía sin comprar nada. Ola empezó a liarla con purifoam (un material que es bastante dañino para el medio ambiente) y de repente parecía que nevaba en CUE.
La sensación era constantemente de ir a más, con 4 bateristas profesionales que tocaban jazz, samba y daban fuerza constante a un clímax que parecía no tener fin. Por supuesto ahora ya estábamos en un continente, y este nuevo y descubierto lugar dejaba ver la promesa de lo que no puede acabar.
Pero… ¡ay!, tuvimos nuestro anticlímax cuando los vecinos empezaron a quejarse. Sobre las 2 y media la policía vino y yo era el responsable de no dejar dormir a la gente.
La primera cosa increíble era la interacción entre la gente durante CUE. La segunda increíble cosa eran las enormes ganas de jugar de la gente que simplemente vino y empezó… algo en parte caótico y en parte muy profesional. La tercera cosa increíble es que la gente necesitaba esa sensación de reunirse y juntarse, y para eso no hay muchos espacios dónde se puedan hacer lo que sientan como se hace en CUE.
En pocas palabras, ¡fue muy grande!
CUE Madrid inauguró el año 2009 con su edición de enero fuera de Matadero-Madrid. Si bien durante 2008 se fue celebrando en las instalaciones de Intermediae, durante 2009 CUE Madrid deja atrás el lugar que lo acogió en sus inicios.
CUE Madrid ha contado durante 2008 con una de las Ayudas a la Creación Contemporánea del Ayuntamiento de Madrid, traducido en una aportación económica y en el apoyo institucional de Intermediae, que nos ha cedido su espacio y sus recursos para realizar CUE Madrid una vez al mes. Esto ha significado un magnífico espacio (las naves de Intermediae en Matadero-Madrid), proyectores, ordenadores, estructuras para colgar pantallas y atrezo, mesas y tarimas, materiales de diferentes tipos y un montón de otros recursos que trataban de singularizar cada edición de CUE (por no mencionar cosas como la difusión o el soporte técnico).
Durante 2009 aún no sabemos si CUE podrá continuar en Matadero-Madrid. Es posible, incluso probable, que después de marzo CUE no se vuelva a celebrar en Intermediae, al menos con una edición mensual como ha venido siendo hasta ahora. Por ello CUE Madrid afronta el año 2009 con la vista puesta en el cambio de lugar; no sabemos si a otro lugar fijo u optaremos por la itinerancia como sucede en Berlín o Barcelona.
En cualquier caso quizá haya quien diga: “El espacio del Matadero es inmejorable, CUE no volverá a ser lo mismo, perderá calidad”. Esos mismos quizá piensen que la preparación del espacio, la diferenciación de cada edición y la capacidad de la organización para montar un buen “tablero de juegos” es esencial para el buen funcionamiento de CUE. Sin embargo esto dista mucho de ser cierto, y significa una error en la apreciación de CUE.
La preparación del espacio no deja de ser algo accesorio, algo de lo que CUE podría prescindir. A todos nos gustan los “juguetes”, cuanto más divertidos y sorporendentes mejor. Pero no por ello hay que caer en la idea de que si no tenemos ese juguete maravilloso no vamos a poder divertirnos. El juguete nos gusta, pero no dependemos y no debemos depender de él. Los niños, aunque a veces traten de convencernos de lo contrario, no necesitan grandes juguetes. Ellos simplemente hacen 'clic' y comienzan a jugar con lo que haya: cualquier objeto o situación puede ser el juego más divertido.
CUE no pretende, por tanto, abrir un espacio con juegos preparados y predeterminados para que la gente sepa a qué y cómo jugar. En ese caso hablaríamos con el Parque de Atracciones de Madrid o con alguna entidad similar para tratar de modernizar sus propuestas. No queremos, pues, que la gente venga a CUE sabiendo perfectamente qué habrá y qué hacer. No en vano siempre hemos dicho que la incertidumbre es bienvenida. Es por ello que CUE presenta un espacio de libertad y espontaneidad dónde el juicio estético no es relevante para CUE. Un lugar dónde no deberías saber que es lo que a suceder, un lugar dónde no impere esa idea de que cada lugar y situación tiene unas normas de conducta establecidas y no escritas que compartimentan los diferentes momentos de la vida cotidiana. Es por ello que el cambio de lugar no es sino una ayuda para que CUE no se apolille asentado siempre en el mismo lugar, de la misma forma, del mismo modo.
Así, que CUE abandone Matadero-Madrid no debe ser más que la apertura de una nueva etapa de nuevas situaciones y posibilidades que desconocemos. Nos ayudará a mostrar que CUE puede hacerse en cualquier parte y contexto, que no necesita de una gran infraestructura y que es más un estado del espíritu que una fiesta restringida a un tiempo y a un lugar. Mostrará que si bien Matadero-Madrid es un gran lugar para realizar CUE Madrid, también lo serán cualesquiera otros espacios que encontremos, y no que no tendrán por que limitarse a lugares “preparados” u orientados a “lo artístico”, ni siquiera a un tiempo concreto. CUE podría hacerse igualmente en una sala “acondicionada” como en uno los andenes del Metro; lo mismo en la calle que en un patio interior. Por que CUE no depende ni vive en un tiempo ni en un lugar concretos; no se debe confundir CUE con la propia celebración de CUE.
Quien disfruta de CUE, no puede ser ni artista ni espectador. El espectador debe quedar inmediatamente abrumado por el caos y por la falta de seriedad —cabría decir, por la falta de obra—; y el artista no conseguirá ser el centro de atención tanto como le gustaría —pues CUE está lleno de centros—. CUE quiere tratar a todos los asistentes por igual. En CUE, el artista consagrado como tal (que a sí mismo se llama artista, porque se dedica normalmente a producir ciertas obras o a realizar ciertas acciones, y además domina ciertas técnicas) no es más ni mejor artista que el jefe de obra o el panadero que entra aquí y pasa un rato pintando o bailando o chillando porque le apetece. En verdad —no nos confundamos—, quizá unos sean artistas y otros no; lo que quiero decir es que CUE está hecho para unos y otros por igual. Esto puede irritar a quien llegue a CUE con el ánimo de ser el artista —como quien dice el protagonista— de la noche; y debe irritar al espectador que pretende encontrar una obra técnicamente impecable. CUE no elabora juicios sobre el resultado; a CUE todo le gusta.
Mal está, entonces, considerar que CUE es un espacio para artistas. Por ejemplo, en una edición reciente, una bailarina insinuó que había demasiados fotógrafos y videógrafos en el espacio, y que intimidaban demasiado y “cortaban el rollo”. En estos casos, la reacción inmediata del artista es acudir a los organizadores de CUE para que hablen con los reporteros y se corten un poco. Esto, sin embargo, sería actuar en contra de CUE. CUE no puede favorecer a los bailarines y desfavorecer a los reporteros, porque CUE no tiene por qué ser un espacio para bailarines ni para artistas de cualquier clase…, quizá sea un espacio para reporteros, o para cocineros, o para locos… O sea, CUE debe ser para todos, y esa es su gracia. Al final, lo que queda es la pura interacción (acomodarse e irritarse sin cesar, buscar la mirada del otro y dar la espalda a los demás). Aquí cada cual debe lidiar con lo que le gusta y lo que le disgusta. El objetivo —nada más simple— es pasar un buen rato de ingravidez. No se trata de crear nada, sino de gozar todo lo posible del tiempo que se nos ha dado.
Ahora bien, quien piense que se trata de un espacio en el que uno puede hacer rotundamente lo que quiera, desde luego tendrá también problemas para adaptarse. CUE es un espacio real; aquí no dejan de operar las determinaciones propias de cualquier espacio. Por lo general, se trata de una sala prestada, que como tal servirá para otras cosas aparte de para alojar CUE. La sala tendrá unas condiciones que habrá que respetar, y unos equipos que habrá que mantener Uno, por ejemplo, no puede ir al actual CUE de Madrid (alojado en las instalaciones del Matadero) y ponerse a tirar muros, y ni siquiera puede pintar las paredes o los muebles que hay allí: esto es algo normal, una exigencia de los dueños de la sala. CUE podría hacerse en mi casa, y en ese caso tampoco me gustaría que pintaran o rompieran mis paredes y mis muebles. Desde luego, CUE puede hacerse en un solar abandonado o en una ruina, tal que uno puede arremeter contra todo lo que hay ahí —eso sería estupendo—, pero aún así seguiría sin valer hacer daño a otros o cosas así… Siempre habrá un límite más o menos arbitrario, pero esto no es ni mejor ni peor; esto es lo normal, lo real. Porque CUE no consiste en un espacio carente de reglas —eso sería una utopía estúpida—; CUE nos invita a sobreponernos a las reglas (teniendo en cuenta que las reglas más profundas nos las imponemos nosotros mismos); CUE nos invita a disfrutar dentro del enorme marco de posibilidades que nos brinda. Uno ha de venir a CUE con el único ánimo de divertirse, y lo mejor es no haber pensado en qué consistirá su diversión (pues podría encontrarse con la sorpresa de no poder hacer lo que quiere, por la razón que fuere). Otro caso real: un individuo llega con la intención de arrojar unos huevos rellenos de pintura. La organización de CUE Madrid le dice al individuo —que se hace llamar “artista”— que los arroje sobre un plástico si quiere, pero que no manche los muebles de madera —por simples y corrientes exigencias de quienes ceden el espacio—. Entonces el artista arremete contra la organización y concluye que CUE es una gran mentira, que él no puede expresarse libremente, porque lo que quiere es arrojar sus huevos al aire. ¿Qué podría decir CUE? CUE diría: “Has venido demasiado predispuesto a lanzar tus huevos. Deberías sobreponerte a las circunstancias y tratar de disfrutar de tu tiempo haciendo otra cosa, abriéndote a las condiciones que presta el espacio, improvisando aquí y ahora el modo de divertirte”. Puede insistir el artista en que lo que él quiere es tirar sus huevos y que prefiere irse —así, de malas formas—, pero eso es ni más ni menos lo que debía pasar. CUE no pretende ser un espacio al que acudir a hacer lo que más te gusta, sino quizá todo lo contrario: CUE nos propone el reto de acomodarnos a unas inestables e imprevisibles circunstancias, en las que habrá cosas que nos gusten y cosas que no —porque así es la vida—. Si CUE se hiciera en una ruina, el individuo podría haber arrojado sus huevos. En el CUE de Madrid no podía hacerlo, y esa determinación fue más fuerte que él (por eso se marchó enojado). CUE es flexibilidad. El que no es flexible, lo más probable es que no tarde en marcharse; eso es lo normal, no es ningún problema.
Puedo recordar —como modelo a seguir en CUE— los juegos que todo hemos hecho siendo niños. Salías al parque y te ponías a jugar a lo que fuera con otros niños a los que no conocías. Cada cual hacía lo que le parecía oportuno y, sin duda, yo lograba divertirme. Había momentos en los que uno entraba en disputas con otro, y entonces surgía el “eso no se vale”. Así el juego empezaba a tener reglas, pero no por eso dejábamos de divertirnos. Todo lo contrario, ahora nos gustaba lidiar con esa regla, caminar sobre su límite sin atravesarlo. Los niños son infinitamente flexibles cuando tienen ganas de jugar. Pues no se trata de jugar a eso o a aquello; se trata de jugar a lo que sea, con lo que aquí tengo encima y con la gente que ahora me rodea.
Por eso el artista —de profesión artista— que llega a CUE, no debe venir en condición de artista, sino más bien en condición de niño; y lo mismo vale decir del espectador, o del reportero, o del cocinero…, incluso del organizador de CUE. No todos los que entrar en CUE consiguen zafarse del rol con el que entraron —esto es un hecho—, pero sé de muchos que sí lo han hecho y que lo hacen cada vez: éstos han de ser los únicos que queden realmente complacidos —o así es, al menos, como me lo han hecho saber.
¿Eres capaz de sobreponerte a tus propias exigencias, a tus propio gustos, a tus criterios y convenciones? Esto es lo que se pretende en CUE. Por supuesto, no es necesario que existan espacios CUE para conseguir esto. Lo que sucede en los espacios CUE puede suceder también fuera de esos espacio. Toda nuestra vida podría —quizá debería— ser un CUE gigantesco y constante. Quizá ya lo sea a nuestras espaldas, sin que nos demos cuenta. Si los espacio CUE sirven para algo, deben servir para que nos demos cuenta. CUE no es nada más que una señal.
CUE pudo surgir por varias razones pero una de ellas, indudable, fue la siguiente: reacción ante el enmohecimiento creciente, anquilosamiento, estado rancio y falta de espontaneidad y frescura y, en última instancia, vida de la mayoría de los eventos “artísticos”. Y yendo más lejos, porqué no, reacción ante el exceso de represión, adiestramiento y censura en cualquiera de las ámbitos de nuestras vidas y en concreto patrones de conducta.
A mí, hay cosas que me sobran, que prefiero que no estén porque no son necesarias, que todo sería mucho mejor sin su presencia y mi sensación es que allá donde voy ante todo me encuentro con eso, con lo que no me gusta, con algo que en principio no tiene que ver con el arte, que ha sido añadido, con caras serias que exigen respeto sólo por sujetar una tuba, ir de intelectual pureta y estar tocando en el local pureta de sus colegas puretas donde encima se espera que mi conducta esté a la altura del respeto exigido.
Y por eso creo que a CUE le interesa más lo espontáneo, gestos directos y nacidos de la necesidad, y no tanto poner lo “artístico en un pedestal”. A CUE no le interesa lo bien que tocas el clarinete, lo bien que escribes partituras o si eres un maestro de la danza, sino que lo que se valora es la necesidad de un gesto que se afirma a sí mismo no por su valor artístico sino porque es libre, porque nadie te dice lo que tienes que hacer, ni cómo tienes que comportarte, ni cuando tienes que hacer esto o lo otro, sino que las limitaciones y restricciones se las pone cada uno a sí mismo, y de ahí el valor de la autonomía. En el fondo , y por eso digo que en CUE el arte es una excusa, en el fondo no se trata de otra cosa que de pensar ¿por qué nos comportamos como nos comportamos en cada momento?
Y de lo que más me alegro es que el comentario que más escucho decir en CUE es: “aquí uno se siente bien, se encuentra bien”. Porque esa es la única expectativa que CUE tiene: que los que vayan se encuentren bien, punto de partida, el resto es responsabilidad de cada uno.
Hace unas semanas en un suplemento cultural Ángel González García decía lo siguiente:
“El arte se ha convertido en una payasada monumental. Una payasada a la que no deberíamos contribuir. No sé si deberíamos plantear una especie de huelga contra los museos contemporáneos, o contra los museos en general. ¿Por qué no? No tienen que ver con el arte sino con la industria de las imágenes. Es una pena que el arte, que fue concebido para hacer más grata la estancia del hombre sobre la tierra, se haya convertido en algo que es una fuente de obsesiones, de preocupaciones, manías. […] El arte se ha convertido en una forma de dar caña. Como si no tuviéramos ya suficiente. Nos dan caña en el trabajo, en el museo, en casa. ¿Y dónde pasamos un buen rato? Yo siempre digo, en la discoteca. Yo les digo a mis estudiantes, mientras haya discotecas hay esperanza.”
Y en efecto, quizás CUE tenga mucho más que ver con las discotecas que con el arte. CUE nació de una carencia, necesidad de espacios que cumplan una función terapéutica, que proporcionen una experiencia catártica a través de la participación y no tanto de la contemplación. La catársis del hacer y no tanto la de la empatía. Y por eso nuestro empeño en no restringir CUE a acciones artísticas sino que cualquier forma de acción—expresión es bienvenida.
En este caso el arte es una excusa y quien pretenda hacer una crítica de arte de lo que suceda en CUE no habrá entendido nada. En CUE no se pretende juzgar ni valorar la calidad artística de las acciones de los diferentes participantes sino proporcionar un experiencia lúdica, reconfortante, desinhibidora, como dice el propio Ángel González, un lugar donde “pasar un buen rato”, sin más pretensiones que “hacer más grata la existencia”. CUE es más una discoteca que un museo o una galería de arte.
Cue lleva ya más de un año, en total 13 ediciones y si es momento de sacar alguna conclusión lo primero que he de decir es que aún no he encontrado la manera de transcribir CUE a simples palabras y mucho menos aún a considerar que hay un CUE concepto o dogma o definición. Esos textos que hemos escrito para la web o para presentar Cue como proyecto a instituciones no dejan de ser fruto de meras exigencias burocráticas y a decir verdad desde que existen esos textos siento que su presencia, tan visible, me molesta. Aún no hemos hecho ninguna edición de Cue Madrid y sin embargo tratamos de explicar a la gente en qué consiste Cue. Con este texto quiero sobre todo llamar la atención a la contradicción que Cue implica, sana contradicción, pero que exige ser consciente, sobre todo por parte de los que organizamos este evento.
Cue posee un punto de partida, deliberado, lo que podríamos llamar reglas fundamentales de juego. Sin embargo esas bases no pretenden otra cosa que “posibilitar” un contexto de acción, un tablero de juego donde aquel que participe en CUE se encuentre en la situación de decidir por sí mismo qué es CUE. Por lo tanto lo que llamamos CUE concepto no es más que una mera excusa para que pueda suceder cualquier cosa, como abrir un agujero en la oscuridad y permitir que la luz entre, cuánta luz o qué tipo de luz eso CUE no lo decide, lo importante es que el agujero permanezca lo más abierto posible.
Uno de lo puntos fundamentales en CUE es la interacción. Anunciamos CUE como un lugar de encuentro donde los participantes se enfrentan con la situación de tener que mantener una comunicación. Durante el último CUE Berlín (4 de abril de 2008) hubo un momento importante en el que fui al baño. Allí dentro aún podía escuchar los sonidos que se estaban generando en la sala, no se hasta qué punto estaba produciéndose esa comunicación o interacción, ni a penas se si los participantes pudieron tenerlo en cuenta en algún momento, sin embargo y de alguna manera inexplicable comprendí en qué consiste Cue mejor que nunca. Las palabras no me ayudan a expresar lo que pude llegar a entender cuando salí del baño y me encontré de nuevo con toda esa gente “haciendo cosas a la vez” sin aparente orden ni consciente interacción, maraña de pequeñas acciones, escenario caótico.
Quizás lo que comprendí fue que la interacción y la comunicación no significan mirarse los unos a los otros y tratar de buscar un punto común de armonía donde todo suene lo mejor posible, sino casi todo lo contrario. La interacción y comunicación que en Cue se producen son también Caos, desorden, simultaneidad no relacionada aparentemente pero que CUE se encarga de relacionar por sí mismo. Siempre existe esa unidad que es CUE, igual lo que esté sucediendo, igual si quienes participan están llevando a cabo una comunicación deliberada, CUE reúne cada una de la pequeñas acciones locales en sí mismo. CUE es tanto orden y comunicación deliberada, interacción consciente como caos y desorden, fiesta anárquica, explosión de individualidades, capacidad de prescindir de los demás y tolerar el caos.
El 9 de Mayo comienza CUE Madrid y a un mes de su inauguración y en pleno proceso de fundación me gustaría llamar la atención a estas cuestiones de las que acabo de referirme. Aún no sabemos lo que es CUE y mucho menos en Madrid que aún no ha sucedido y que con total seguridad no se parecerá a lo que en Berlín ha estado sucediendo.
CUE es un proyecto de espacio abierto para la expresión expontánea y la improvisación interdisciplinar. Nació de una carencia: necesidad de espacios donde experimentar otras formas de expresión dentro un contexto performativo donde las acciones no estén únicamente restringidas a prácticas artísticas sino que cualquier forma de expresión sea bienvenida.
¿Por qué nos comportamos como lo hacemos?. CUE invita a los participantes/usuarios a dejar a un lado los códigos y patrones de conducta que asfixian, censuran, adiestran y reprimen, y a tratar de sacar de si o producir una conducta más espontánea y arriesgada. La finalidad de CUE no es comunicar un resultado a un público y ni mucho menos producir un producto sino poner a disposición los medios o herramientas necesarios para que el participante viva y goce su tiempo. Disfrutar haciendo. CUE invita a desinhibirse de aquello que reprime la potencialidad de nuestros movimientos.
Participación en un juego colectivo donde con lo que se busca es una comunicación inmediata, nueva y siempre inestable.
Recreo, desinhibición, perder el miedo, divertirse, crear la atmosfera que invita a sentirse cómodo (sin presion de ser juzgado) Autonomía.
Liberar las formas de expresión de su status de mercancía fruto del showbussiness (consumo).
Problema: gente que acude con expectativas de “presenciar un show”
CUE SOCIEDAD: en relación al último capitulo “componer” del libro de J. Attali “ruidos”
CUE es un proyecto abierto y en constante búsqueda de su propio significado. Siendo consciente de su potencial utópico y de las condiciones en las que nace, cabe aún así entender este proyecto como una propuesta para otra posible organización social donde configurar nuevas relaciones con uno mismo y con los demás. ¿En qué tipo de sociedad nos gustaría vivir? ¿Cómo hacer comunidad a través del pricipio de autonomía cultural?
Concebir CUE como (nuevas maneras de relaciones sociales) (laboratorio de una nueva organización social) proyecto de sociedad ideal basado en los valores de autonomía y tolerancia: aceptación de los otros y capacidad de prescindir de ellos (únicas reglas o principios de CUE). Crear comunidad: nuevas relaciones con los demás y con uno mismo.
Recreo, desinhibición, perder el miedo, divertirse, crear la atmosfera que invita a sentirse cómodo (sin presion de ser juzgado) Autonomía.
. AUTONOMÍA CULTURAL. Subversión. Recrear diferencias.
PROBLEMA: ¿cómo (o qué sucede si) en un sistema social en el que no hay reglas preescritas ni director y los individuos se guian según el principio de individualidad y gozo de sí puede existir la convivencia? ¿cómo hacer complementario lo que sucede en CUE? Cuando dos goces individuales chocan e interfieren. Attali: con autonomía y tolerancia. La pregunta aplicada a CUE es: ¿cómo hacer que las acciones de los participantes no se excluyan entre sí? ¿cómo fomentar la comunicación cuando no hay reglas para ella?
¿cómo entender las interferencias? Diferentes acciones suceden simultáneamente. ¿qué sucede si uno o varios de los participantes por las razones que sean no están de acuerdo con las decisiones/acciones tomadas por otros participantes?
Hay 2 tipos de interferencias: positivas y negativas: (en ambos casos es CUE)
SOLUCION: comunicación, negociar un acuerdo con la parte en cuestión. ¿Cómo? Eso depende de la autonomía de cada participante, es decir, cada uno es responsable de fomentar esa comunicación.
¿cómo entender la tolerancia?
Ejemplos prácticos: normalmente suele ser a causa de la música. Quejas porque la música o esta muy alta, es aberrante o no es del agrado.